El amable

que me lee

ha de saber

que idiota es.



¿Porque?-pregunta él.
Yo le responderé:


Mis versos calidos solo desean arroparte,
mis versos gelidos solo pretenden matarte,
¿tendras valor suficiente para adentrarte
en las ensimismaciones de un demente?

3/12/2009

221-240

221. EL ANCIANO GLORIOSO
(inspirado en “el viejo y el mar” de Hemingway )

I

Conocimientos y experiencia
materializados en la sabiduría
reflejada en la vejez de un campeón
heroico, ese era Santiago.

Mas pese a su grandeza
era su suerte pésima
que se hallaba en pobreza
en condiciones extremas.

Fue maestro del que hoy
es su amigo más intimo,
pero era su desdicha
por sus padres mal vista.

Se separaron forzados
sus aventurados caminos
solo porque estaba salao
por desdicha del muchacho.

Mas su lealtad forjada
en alianza de oro y plata
no desvanecería jamás
y permanecerían en amistad.

II

Cargaba sobre sus cansados hombros
la dignidad de los caídos rendidos
que en su rutina de derrota
retornaba a la batalla.

Solo quedaba el recuerdo
cual leyenda épica imposible
que rememoraba en soliloquios
mientras seguía su estela guía admirada.

III

Zarpo con esperanza
en la noche vacía,
en la ignorancia,
en la soledad.

Lejana quedaba su ultima aventura,
por ello decidido estaba a triunfar
y se embarco en el profundo mar
donde hallo a un noble rival.

El hombre sabio
contra la instintiva
madre naturaleza
en todo su esplendor.

Fue una guerra de desgaste
longeva y desgarrante
entre la voluntad de un anciano
y el poder de un gran pescado.

Cara a cara,
nadie más,
soledad
frívola.

Implorando
cambiar el pasado:
traer consigo
su amigo.

Evocando
a cada segundo
su vida pretérita,
vigorosa.

No importaba el resultado,
solo la lucha honorable
de los contendientes
apasionados.

IV

Su afán de superación
entre desfallecimientos
lograron una victoria
de expresión onírica.

Tan agotado se sentía
que apenas podía
aspirar el aire
del que dependía.

Mas el prosiguió
con su difícil misión
sin nunca parar
a descansar.

V

En su cuerpo
no restaba
fuerza alguna,
en su debilidad.

Pero de algún extraño lugar
parecía esta sin fin emanar,
una esencia mágica y única,
un poder divino y omnipotente.

Este acercaba
a un mero y débil
desganado humano
a un utópico mundo.

Aquel empíreo
paraíso era
el de: lo imposible
es realidad plausible.

VI

Nada más restaba
transportar el premio
ingente y delicioso
a buen puerto.

Pero el manjar fue olido
por finos hocicos
de ávidos mortíferos
de los mares monstruos.

Uno tras otro derribo
perdiendo en sus peleas
armas de valor
hasta la desnudez.

Aun frustrado
en su ambicioso
deseado proyecto
continuaba con honor.

Desprotegido logro
arriar con vida
y un rasgo de lo que fue
la gloria inimaginable.

Reposa aun el esqueleto
inerte en la fina arena
con el mismo semblante
que el exhausto pescador.

VII

A podido caer su cuerpo
tras tan agotadora
singular vivencia,
pero no cabe duda...

Retornara aquel hábil,
sagaz e impetuoso
señor de las aguas
bellas y claras.

El no abandonara
a su amada mar
hasta su final
en las playas africanas.

Rugirán los leones
en su bienvenida,
aclamando al titán
que les visita.

VIII

"Venciste a tu enemigo,
indiferente es su final,
pues el echo perenne
estará siempre presente.

Se alzo tu ilusión
aunque tu corazón
cante en tonos
negros y brunos."

Con esto intento consolar
Manolin a su mentor
terriblemente herido
y gravemente perturbado.

IX

Su alma se ha templado
con un vigor memorable,
paradigma de la vida,
la voluntad y valentía.

Supiste ganar
ante la adversidad
en esa dura
experiencia.

Una energía descomunal
que no alcanza a igualar
ningún ser ni celestial
ni mucho menos terrenal.

Aquel esfuerzo
sobrehumano
te hará ser recordado
como mi ídolo.

Igual que la fe
imparable
que tuviste
en tus posibilidades.

X

Es esta la epopeya
de un símbolo
que navega
y nos habla.

222. ÍCARO
El rey Minos enfurecido encerró
en el intrincado laberinto de Creta
a su constructor Dédalo y su hijo
Ícaro por paliar la pena de la reina
Pasifae condenada a la zoofilia
por Poseidón como castigo a Minos
a raíz del ultraje recibido
permitiéndole consumar su deseo.
¡Que cadena de desdichas
por un altivo avaro¡

El gran inventor era
famoso en toda Grecia,
y con hilo, plumas y cera
cumplió nuestro sueño, volar.

Surcaron los vientos
con sumo cuidado;
el sol derretía
la cera y ardían
las blancas alas.

No se debía rozar tampoco el mar,
que su salada humedad espumosa
acumulada pesaba en las plumas
e igual que quemadas, al ingenioso
en el agua acababa ahogado.

El joven y soñador
quiso tocar el sol
en su infinita soberbia
y como tal cayo de su alta
subida hacia la gloria.

El deseo del hombre
de ir siempre más lejos,
aún a riesgo de tener
que encontrarse cara
a cara con su condición
de simple ser humano.

Es el punto medio,
no en el exceso
ni en el radical
ya sea en humildad
o en arrogancia,
donde se halla
la postura
ante la vida.

223. IMPACIENCIA
El tiempo apremia
y el muy descarado
a nadie espera.

224. DEL CÁTODO AL ÁNODO
No se debe mirar atrás
mas no me pude aguantar:
se poso mi mirada
en el movimiento
oscilante y sugerente
de sus firmes glúteos
ajustados y apretados
en los benditos tejanos;
¡que descarado y depravado!

Mirando desde la cima
de las gloriosas alturas
como el águila a la rata
y el cazador a su victima
veía pasar excitantes canelones
deseosos de ser comidos
y utilizados por ingentes submarinos
por donde correría fluida el agua
en los canales de Venecia...

Como evitar las dulces visiones
que cócteles de alteradas
hormonas alegres
al joven provocan
y a ciento veinte
por hora
en autopista
le ponen,
erigiendo
en la vía
un denso trafico
de vehículos rojos
que se alzan
en su elevado puente
sobre el tempestuoso mar.

225. CAIDA AL AVERNO
Silencio, nada más,
soledad, nadie más,
un vació abismal
que se precipita
a excesiva letal
velocidad mortal
que desgarra mi piel
frágil y humana.

A cada segundo
moría mi cuerpo
en una eterna
caída al averno
de mares de fuego.

No os lamentéis
por quien os gime
en su insufrible
agonía de infierno.
Ya estoy muerto.

226. SORDERA
Movía sus labios,
agitaba las manos,
gritaban sus ojos,
moría su lengua.

Nada entendía
de aquella mímica.
Tu no lo comprendías:
era, soy y seré sordo.

Un mundo nuevo
ante mi se abría
y una utopía concebía
en mi silencio

La comunicación
era un recuerdo,
la marginación
es un hecho,
la posible gloria
seria mi esperanza;
había fallecido
para nacer divino.

227. CENSURA
Cantan libres los pájaros,
suenan alegres los grillos,
mas mi corazón plañe
porque encarcelado yace.

Frustrado y reprimido
un autócrata ataca
mi vida, dicta mi sentencia,
escribe mi gris destino.

Los horarios definidos:
la monótona rutina
parece no querer
dejarme dormir.

Ni soñar puedo
ante dictadura
tan temida
y odiada.

¿Libre pensamiento?
Ni el más docto sabio
parece conocer
ese concepto.

Miro a ambos lados
antes de pronunciar palabra
aunque sea siquiera
un mero saludo.

Titubea mi voz
por el terror
al gran caudillo
que se impone.

Sonrojan mis mejillas
tan solo por diferir
con el gran dios
que todo lo sabe.

Cada día muero
para revivir
y volver a morir
encarnando
a nuestro salvador,
Apolo y su fuego.

228. LOCUAZ
Quisiera este
humilde servidor
osar pedirle
un mero favor
que no tiene
ninguna obligación
de aceptar,
pero que del todo
altruista seria
y sin términos
me dejaría
para poder
mostrarle
mi gratitud.

Desde hace unos años
es bien cierta mi afinidad
a la literatura, la escritura
de sonados poemas.

Quisiera pues yo pedirle
que aunque fuera, echara
una simple ojeada
y cuanto más larga fuera esta mirada
más difícil me seria encontrar palabra
en el diccionario de la real academia
hasta llegar al punto de que ni siquiera
se deslumbraría en la perfecta utopía
en la imaginación del más soñador
sentimiento suficientemente grande
como para fielmente reflejarme.

Perdóneme mi hipérbole i locuacidad,
quien diría que admiro a Baltasar Gracian
que jamás fui de aplicar sus consejos capaz.

229. LAS CAMPANAS DE LA GLORIA AMARGA
Una instructora
vio en sus ojos
translucido
mi cerebro.
Apreciaba que abordaba
con facilidad su temática;
supo advertir mi potencial
y gentil me quería ayudar
proponiéndome participar
en una concurso a una beca
a un campamento de ciencia.
Me llene de satisfacción
ante este mero echo:
el simple reconocimiento
entre maestro y alumno
-y eso que cada dos semanas
yo ya me hinchaba de soberbia
con periodicidad inaudita
que ya no cabía por la puerta-.

Decidido a aceptar el desafió,
sabiendo de la importancia
del fluido e imparable tiempo,
raudo como el viento
me di de alta en la selección,
rellene formularios a montón,
busque recomendaciones
y me hice renombre
en todo el profesorado
con mi carta de presentación
-incluso se me pidió
por uno una copia-
aunque herí en esta
a otro, mi principal
posible corrector,
al que ni siquiera
se la había mostrado
de una manera directa
o haberle pedido el favor.

Entre aplausos y alabanzas,
miradas con diferente tono,
reconocimientos, medallas
y otros tantos decoros,
también afloraba angustia,
presión, incertidumbre,
tensión y tan típicos piques
entre competidores.

Con nervios, desazón,
y terrible horrible espera
iban pasando las jornadas
hasta que un día apareció
una firme y clara respuesta
afirmativa y esperanzadora.

Llego la nueva con ilusión
pero no gran proliferación
ni desmedido entusiasmo:
era una simple preselección
que ni siquiera entre cuantos
yo sabia que había sido echa.

Los elogios aumentaban
a medida que el rumor
despiadado insaciable
crecía por el aire;
mis compañeros
lo creían indudable:
mi triunfo asegurado estaba;
incluso mis rivales en el centro
tras haber perdido, con energía
e ilusión me apoyaban.

Tanta efusión ajena
-incluso el claustro
me lo comentaba
algo a tientas
a lo que yo negaba
por la ambigüedad
de sus palabras
para finalizar
con la ansiada
afirmación de estos
por no sentirse
frustradísimos
en sus intenciones-
le hacia temblar
al valeroso
(el talón de Aquiles,
la espada de Damocles,
la teoría de Murphy,
y la del péndulo
atormentaban
mis noches
envela).

Una entrevista se anunciaba
entre tantos gritos difusos
y cromáticos. Destacaba
uno autoritario y más alegre
que yo mismo –con excesiva
diferencia- que siempre nunca
me ha gustado; la directora era.

Vino la fecha dictada.
Acudí -con mi padre-
navegando entre metros
vacíos, nuevos y placidos
conversando con gracia
y observando con astucia
a quienes me enfrentaba.

La reunión fue amena
y una felicitación sincera
recibí de ellas -tres juezas-:
“has sido preseleccionado
entre mil con otros cien”.
Se me pregunto sobre
mi todo, y a todo
respondí honesto.
Treinta minutos fueron,
y que divertidos...
valió la pena
la experiencia.

La situación de vuelta
no fue muy cambiante,
lo único que además
ahora preguntaban
en que consistió
aquella reunión.

Sonaron las campanas de la gloria,
se alzo la altivez hasta limites inimaginables
y se elevo la adrenalina a parámetros incalculables;
se proclamaba prematura la honorífica victoria.

Solo había divisado lo que deseaba
en una efímera y frágil mirada
y al retornar la visión descubrí pasmoso,
sin palabras, sosegando mi euforia,
una cordialidad extrema, vacía,
y una respuesta clara: perdedor.

Fueron unos eternos nanosegundos
en silencio y calma cuando resurgió
el sentido, con negación: “¡imposible!
Ha de haber un error, ¡una explicación!”
Era un rechazo tan repleto de ira,
que rápido fue el cambio de tono
en su fina membrana que diferenciaba
los explosivos emotivos huracanes.
Pero al poco comprendí, que raro
seria que de eso se tratara, después
de tanta molestia, más probable seria
que la culpa fuera mía, y ante esto:
pánico, terror, angustia, hundimiento
momentáneo: “soy un pésimo candidato,
de estudios y conocimientos bajos”.

¿Eran las campanas del Apocalipsis...?
Jamás; perdí la batalla pero no la guerra,
pronto volveré con más fuerza,
os arrepentiréis mis enemigos
de haber osado contrariarme....
Pero que estoy diciendo,
simplemente es una elección
justa, ellos fueron superiores;
como te atreves
a decir que eran
mentecatos, si seguro
que si te vencieron
es por que fueron
infinitamente que tu mejor....
¡No¡ simple azar,
no les convenía mi perfil:
no juzgaban aptitudes
sino cosas de actitudes
en aquella entrevista dichosa...
Claro, los grandes genios
eran bohemios y reservados
ante este dichoso sistema,
antisociales marginales.
Era yo demasiado grande
para tan pequeña tarea.
Mi valor se necesita en otra parte....
¡Ja! simples palabras autocompasivas.
Tan arrogante eres que ni sabes admitir
tu precisa y exacta derrota sin rodearla....
¡¿Que?! Fui elegido
entre mil y éramos cien,
cincuenta las plazas,
es que acaso no merezco
un mínimo respeto....
Pero y las gentes
que ciegas confiaban
y enunciaban mi certero
y temprano éxito,
¿que les he de decir?...
Defraudado y orgulloso
después de todo, me siento.
Que más da, sinceramente
es gratamente reconfortante
que haya gente de mayor valía
que yo, y aunque es algo
que siempre se tiene presente,
es bueno que te lo recuerden
y los humos te bajen.

Aceptación fue el final
de mi soliloquio caótico.

230. MAR DE LUCES
Noche estrellada
que te alzas
ante mis ojos
incrédulos.

Enigma celeste
imperturbable,
eternamente
incomprendido.

Te elevas ingente
en mi presente
insignificante
y humilde...

Te imploro,
me ignoras;
sollozo,
muero...

Sin mi
el cosmos
impasible
sabrá continuar.

Cruda realidad
que no puedo soportar,
en la que no quiero creer
ni me soy capaz de adaptar.

Desconozco
tu existencia,
tu esencia,
tu verdad.

Pese a todo
yo creo
en que hay
algo más.

231. ENOJO
Sangrabas violentas palabras
en tu delirio eufórico
de brutal rabia liberada
como vigoroso coloso.

Emanabas amenazas,
incesante, en tu locura
colérica y bubónica
deformada y monstruosa.

Tu y el dolor
sinónimos sois,
solías decir.

Por ello caigo
ante tu poder
inmensurable.

232. MUERTE CONJUNTA
Tu alma lloraba
a la madrugada.

Tu mente pensaba
y se engañaba.

Tus gritos me miraban,
morían en mi boca.

Tu corazón sangraba
sobre mi mente seca.

Se acongojaba
tu cara pálida.

Desesperada buscabas
resoluciones ocultas.

No lo aceptaba
tu voz dolorida.

Fallecías conmigo
en tu pesar infinito.

233. UNA MIRADA FUNESTA
Letal desgarradora
mortífera alma
que me mata
en su eterno mirar.

Solo este es capaz
de derribar
mi fortaleza
imbatible.

Nadie más...tu vista
supera el magnánimo
supremo poder
del imaginario Dios.

Tu esencia...nada más
alcanza y supera
la mágica imagen
del reflejo de la luna
sobre las gélidas aguas.

Cayo mi corazón
ante tus tropas
infinitas
y crueles.

Conquistaste la joya
de mi reino
que gotea
incesante.

Caían
lagrimas
de sangre
enamorada

234. NACI DE TI
Ingenuos estólidos arrogantes
esos que creen que conocen mi edad,
pues ignoran la implacable verdad.

Engañan sobre mis años aquellos:
mentecatos que numerar no saben
y se desentienden de mi origen.

Yo crecí de tus ojos,
calidos bellos lagos;
germine con tu lluvia
de rayos de brisas;
florecí en tu melena
de húmeda arena;
me alcé con tu voz
de eufonía melódica;
madure sobre tus labios
de pasión colmados;
nací de tu amor
en mi primavera...
visita de alegría
cuando por vez primera
latió mi corazón.

Así sucedió
que de la tierra
surgió mi brote.

235. DEL IDEALISMO A LA DESILUSION
(inspirada en la pelicula "sin novedad en el frente")

Desfilan en la calle
los primeros nuevos
que certeros se dirigen
a un sepelio sombrío.

Los afirmaron gloriosos
perseguidos por mujeres
y aplaudidos por hombres,
de sus victorias fardando.

Aclaman a estos
los alumnos
desde las aulas
haciendo apología.

Con conceptos de patria
en un énfasis eufórico
coaccionan a estólidos
que no tenían conciencia.

Gritan los tres míticos
alemanes filósofos
apoyando sin saberlo
las ideas de esos locos.

Hermosos ideales
de grandes honores,
metas de héroes
por pretensioso reyes.

Eso pensaban los ilusos
que perdieron el seso
con tanto discurso
de nacionalistas puros.

Así se fueron
a la instrucción
donde creyeron
que aprendieron.

Luego descubrieron
que la útil formación
era dada en referencia
a la amarga experiencia.

Al empezar los novatos
sucumben solamente
por el mero ruido
de las bombas estridentes.

Se lamentan los miedosos
que aceptaron indecisos,
confundidos por palabras
bonitas pero falsas.

Paulatinamente ven
que todo carece
de algún valor
compacto.

El codiciado dinero
en las trincheras terribles
no son más que papeles
inútiles, bastos.

Solo lo tangible
es concebible:
traigan tabaco
y buen alcohol.

También comienza a aflorar
la olvidada hambruna
hasta entonces desconocida,
ahora muy temida.

Los ratones
son jamones,
y estos divinas
exquisitas comidas.

Entre la basura
anhelan encontrar
la más mugrienta carne
que si más no, no los mate.

Comienza la contienda
mostrando la identidad
profunda y cierta
de cada persona.

Acechando
en cada instante
nuestro fin fúnebre
nos sinceramos.

Así pues se nos muestra
una variedad inmensa
de todo tipo cabido;
y es que hay de todo:

Superiores ebrios de poder
que en batalla caen débiles
volviéndose humildes
tras su fatua arrogancia.

Contingentes que deliran
porque no soportaron
sesos desparramados,
sangre haciendo lagos.

Duele el diente
inexistente
cuando cae
descuidadamente.

Igual el pie
y toda parte
que desvanece
desgarrante.

Así sufren
enfermos y tullidos
que se lamentan
y regresan a sus lechos.

Irremediables muertos
que no debían
de haber ido
por su pasividad

Constantes oficiales
que persistieron
y subieron
de rango y nivel.

Sádicos macabros
que disfrutan matando
sin motivo lógico,
en un hondo gozo.

Solo en común una cosa
comparten, en su desgracia,
ya sin mencionar
el pésimo panorama.

Están vacíos por dentro,
son maquinas de ejecutar
dirigidos por su general
ciego y sordo de ambición.

En cementerios vivientes
se apreciaba la existencia
frágil y cristalina,
naturaleza de la vida.

Fallecían amigos
envueltos
en raro velo
de sentimientos.

Extraña alegría
tras su muerte
pues se valora
realmente.

Ganas de correr
y vivir al saber
en la practica
lo efímero.

Pero no por todo esto
era el ejercito frígido,
que deseaba
pasión carnal.

Las féminas
en las compañías
son celestes divas
a las que se necesitan.

Milagros propios
de lugares utópicos
en su perfecta finura,
que con ellos contrastan.

Por eso aunque lo desprecio
les intento comprender
en sus cínicos actos
de violaciones.

Son muchachos
fogosos cual fuego
quemados en vanguardia
atormentados al pensar.

Podríamos ser hermanos
y aquí nos enfrentamos
cruelmente matándonos,
por la espalda destripándonos.

Un echo escalofriante
que les carcome la cabeza,
que les hace preguntarse
el porque de tanta víscera suelta.

No lo entiende nadie
de los verdaderos
-en la guerra- participes,
que ignoran la razón.

Mientras se sacrifican
los valerosos soldados
juegan los estrategas
con ellos como muñecos.

Cuando se vuelve de ese infierno
a la apacible tierra pacifica,
la retaguardia desdichada
parece un empíreo paraíso.

Al retornar
conocen
la realidad
controvertida.

Evocan a su pasado
e intentan hacer entender
a los que también quieren
marchar, la cruda esencia.

Nadie les hace caso
pues es imposible
comprender tan horrible
cosa, propia del averno.

236. A UNA MUERTE
...
Perdonen mi silencio
sepulcral, letal, siniestro,
pero soy incapaz,
pues es imposible de expresar
el dolor, agonía, sufrimiento,
suplicio, pesar, llanto
que sufre mi alma
al haber perdido la suya,
al haber muerto parte de la mía,
al evocar al mutuo pasado,
al revivir viejos recuerdos.
Simplemente me siento anonadado
buscando reposo en mi lecho.

237. INFINITA SABIDURÍA
Existe tanta sabiduría
en este ingente mundo
que aunque me concedieran
la infinita eternidad
jamás podrían acabar
de mis labios callar
para poderla dictar,
mostrar, enseñar,
y eso que no he nombrado
las desconocida verdad,
los perennes enigmas
que atormentan las almas
que la ciencia aclaman.

PS: Lo que sabemos es una gota de agua;
lo que ignoramos es el océano. Newton

238. DECLARACION
En tus vivos ojos
y mortífera voz
aclama gran poder:
tu afirmación
o tu negación
matarme pueden.

239. ESTETICA
La estética se divide
en rangos simples.

Esta lo bonito
que es pasajero,
una estúpida moda
que cae en el olvido,
más efímero que el vuelo
de las frágiles mariposas.

Continua la hermosura
mucho más duradera
al paso de los siglos
pero que sigue leyes
claramente subjetivas;
es exterior su mirada.

La belleza
es por dentro
y por fuera,
sensacional y espiritual,
eterna e infinita,
es algo universal
que evoca a profundos
sentimientos diversos,
indiferente al tema
aun siendo tétrico.

La entereza perfecta
es el máximo exponente
de la mítica ultima dicha.
Esta por encima
de las banalidades humanas
y de su escueto arte.
Inalcanzable
para estos tallos
mal tallados.
Solo se eleva
a esta leyenda
la naturaleza.
Se exhibe paradisíaca
en todo su esplendor
en su terrenal extensión.

240. SOÑANDO EN FALSO EDÉN
Cada rincón
rebosaba
de hermosura
con estructuras
que desafían
la ingeniería
en futurista
ciudad mágica.
En cada cara
esculpida había
una bombilla
que iluminaba
como un faro
-de dimensiones
inmensurables-
de orgullo -seguro-
por yacer
en tal utopía
rara y sombría.
Al poco comprendí
que me hallaba
en la infantil mente
de un niño
cuyo sueño
de paraíso
no es más
que la alegría
y no sabe apreciar
la belleza
de sufrir,
gran sentir.

Podemos evadirnos
de nuestra realidad
pero no olvidarla jamás.
Nuestras horrendas
experiencias
nos sirven como guía
en nuestra partida
para lograr
algún lejano día
a alcanzarla
con nuestras
míseras manazas
que por seguro
volverán a dejarla
escapar en su fragilidad.

Mas nunca debemos omitir
nuestro primitivo origen
que nos a de servir
para nuestro gen
preservar.
Cumplir
la presente
ansiada ilusión
es nuestra meta final.
Si muriera nuestro pasado
cayendo en un hondo olvido
también lo haría la actualidad
y con ella nuestro anhelado futuro.

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